Querido Benito,

No hace mucho que reflexioné lo que para mí es el arte y llegué a la conclusión que se resume en contar una historia, una historia hecha para el corazón y no para la mente.

Este proyecto que construyes me connota el mismo conflicto que siempre hemos tenido tú y yo: el orden de la técnica sobre el mensaje, o como dirias tú, “función o forma”.

Después de observarte y conversar contigo durante este proceso, me di cuenta que esta exposición no es una historia para el público, sino para ti. Un laboratorio tanto emocional como técnico, que te invita a aceptar tu presente y lo que propone tu futuro como artista y persona.

En la dualidad de tu arte, como pintor y arquitecto, veo una lucha entre estas dos facetas de tu vida. Esta exposición me parece un intento exitoso de hallar el balance. En una ingenua aproximación de los materiales —tus dibujos, pinturas, raspados y otros ensayos sobre el cuerpo— hablan sobre la razón, la expresión y tu lugar entre estas dos disciplinas.

A través de esta antología que enlaza el cuerpo con la tierra de una manera no convencional, veo reflejado el viaje que incursionas intentando encontrar las raíces de tu procedencia, utilizando la honestidad del material y la naturaleza del cuerpo para dar con las respuestas.

Me abro a decirte la verdad, así como tú te abres a mostrar la verdad de tantos cuerpos: la historia que tu arte cuenta hoy es la de la vulnerabilidad que has mostrado al tener contigo mismo esta conversación.

Por más que sigamos debatiendo, encuentro armonía en la coexistencia de nuestras distintas percepciones del arte, sabiendo que con nuestro crecimiento conexo, en algún momento empatarán.

Con amor,

Roberta